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03 febrero 2023

Inteligencia (art)ificial

Febrero de 2023 quedará marcado como la fecha en la que, por primera vez, la inteligencia artificial ocupará el lugar de un ser humano en la defensa de un caso judicial.

En el contexto de un caso de infracción de tráfico (exceso de velocidad), el llamado "primer robot abogado", creado por la start-up DoNotPay, debutará ante un tribunal dando indicaciones al acusado a través de un auricular. El acusado, a su vez, ha aceptado decir sólo lo que el robot le aconseje. Como se trata de un experimento, el fundador de la empresa que lo creó ya ha garantizado que si el demandado pierde, la propia empresa se hará cargo de pagar la multa.No es ninguna novedad que la inteligencia artificial ha traído profundos cambios al mundo tal y como lo conocíamos, tanto que, si nos paramos a reflexionar, ya ni siquiera podemos imaginar cómo era nuestra vida sin ella.La conquista del mundo jurídico por la inteligencia artificial comenzó hace mucho tiempo y, aunque ya es utilizada por muchos abogados y despachos en forma de sistemas y programas informáticos de organización de procesos, búsqueda de documentación, aplicaciones de facturación, etc., lo cierto es que la inteligencia artificial nunca había transformado la práctica jurídica de la misma manera que ha transformado otros sectores.El potencial de la inteligencia artificial para apoyar la investigación jurídica, la revisión de documentos y la gestión y organización de casos es innegable, contribuyendo con su rápida racionalidad algorítmica a identificar conceptos clave, cláusulas contractuales, patrones en las decisiones judiciales y similitudes en la aplicación de las leyes. Tomemos el ejemplo del sistema Lexis+ (muy utilizado en EE.UU., donde existe un sistema de common law, en el que los precedentes judiciales tienen valor vinculante), que ayuda a los abogados evaluando la probabilidad de éxito de sus casos basándose en decisiones anteriores.

El Derecho -y léase "Derecho" como concepto amplio, es decir, cualquier fuente del Derecho- tiene carácter "prescriptivo" (para una realidad o concepto dado x, proporciona la solución y), por lo que su aplicación parece, de entrada, de simple razonamiento deductivo (si x, entonces y). Es por ello que el Derecho se convierte en una rama apta para su codificación a través de la inteligencia artificial.
Sin embargo, no es menos cierto que el Derecho trabaja con palabras, que, como bien sabemos, pueden tener múltiples significados y sentidos, que varían según el contexto, el orden, la organización sistemática, la realidad concreta y el tiempo histórico. Tampoco es menos cierto que, a pesar de todos los esfuerzos, la interpretación de las palabras sigue siendo una actividad puramente humana. Por ello, los debates y las decisiones judiciales no se limitan al "blanco" o al "negro", sino que pueden ser de muchos otros colores.
La idea de que los robots y las máquinas sustituirán algún día a los seres humanos divide las opiniones: a unos les fascina, a otros les asusta.
En el mundo del Derecho, corresponde a los profesionales poner a su disposición las innovaciones aportadas por la evolución tecnológica, utilizándolas al servicio de una práctica jurídica más eficaz, justa y coherente. Y deberían hacerlo sin miedo, porque, al fin y al cabo, el pensamiento jurídico seguirá siendo una función humana y con la certeza de que, en el núcleo de todas las normas jurídicas, hay, ante todo, valores - y los valores no son ni "algoritmables" ni "computables".
El Derecho es sin duda una ciencia y una técnica. Sin embargo, también es un arte y, por tanto, no puede reducirse a códigos matemáticos exactos: éste es el límite de la aplicación de la inteligencia artificial al Derecho.
Sin perjuicio de ello, no debemos dejar de analizar los retos que plantea, y pronto estaremos ante otro gran avance.

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